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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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22-10-2011

 

 

 


 

 

 

El conflicto vasco, un balance

SURda

 

Internacionales/España

 

 


Jordi Oriola i Folch

ETA nació durante la ilegitimidad de un franquismo extremadamente represor y asesino (y por el que todavía nadie ha pedido perdón, ni parece que lo quieran hacer ...) y en un contexto internacional de luchas revolucionarias y de liberación nacional. Hay que recordar esto, porque forma parte de nuestra historia aún muy reciente y porque, a partir de que se puso en marcha la organización, detener todo el entramado clandestino, de gente que se juega mucho, de redes de apoyo y reacción... no era fácil. Después de la transición, se le reclamaba que dejara las armas, pero el Estado español se dotó de una Constitución casi intocable que, en su segundo y octavo artículos, deja claro que España es indisoluble y que el ejército garantizará la unidad de España. Era normal que una organización de las características de ETA no viera ningún camino posible en ese escenario.

Ironías de la historia, ETA se acabó convirtiendo en una molestia útil para el Estado español, porque cortaba el paso de manera solvente a cualquier cuestionamiento de la unidad de España. Incluso, el conflicto catalán quedaba condicionado por una dinámica española que aprovechaba para impedir el debate sobre el Estado pues sería ir a favor de los intereses de ETA, y así se daba una situación de excepción permanente que pretendía vestirse de normalidad.

Aparte del terrible drama humano de la muerte de personas, la estrategia de ETA para conseguir el reconocimiento del problema político llevaba justamente a lo contrario. La izquierda abertzale no sabía encontrar su posición en un espacio que se reducía a medida que pasaba el tiempo, quería defender los gudaris y quería hacer aflorar el conflicto político pero, la organización armada que medio defendían, se lo ponía demasiado difícil. La estrategia de acoso del aparato policial, penal, judicial y político los enfurecía y les hacía cerrar filas con los suyos.

Pero desde hace muchos años, a raíz del avance de las ideas democráticas en el mundo y en la propia sociedad vasca, a raíz de que nadie ganaba en el enfrentamiento y la situación se había estancado, a raíz de la insoportable presión que llegaba a términos no legales como el alejamiento de los presos, como la ilegalización de partidos que usaban la vía democrática, como la judicialización de Garzón de todo el mundo que persiguiera objetivos similares a los de ETA aunque no hicieran nada ilegal... en definitiva, por toda la actual coyuntura, ETA dejó de aspirar a imponer la independencia y el socialismo, para democratizarse también un poco y pedir simplemente que el pueblo vasco tenga el derecho a decidir sobre su futuro. Seguramente deseando que el pueblo se quiera independizar, pero dejando abierta la puerta a lo que soberanamente desee... y no es poco el cambio.

Y aunque algunos se negaran tercamente a verlo, eso es lo que se percibe en los recientes comunicados de ETA y en la evolución del discurso del mundo abertzale, una clara voluntad de abandonar la vía armada si había la más mínima perspectiva que se podría abordar el problema político.

Y eso era lo mismo que proclamaba el bando 'demócrata' que afirmaba que "democráticamente se podía defender cualquier cosa, pero haciendo callar primero las armas", aunque nunca este bando ha hecho ningún movimiento en la línea de lo que declaraban.

Cabe hacer un apunte diciendo que, en el caso de muchos políticos, pueden llenarse la boca ahora diciendo que son demócratas porque, en el juego democrático y mediático que han construido, ven ganar sus intereses, no porque sean más demócratas que los llamados terroristas, porque pudimos comprobar como, cuando la democracia no iba a su favor, combatieron a sangre y fuego la legítima República provocando ¡176 veces más muertes que toda la trayectoria de ETA!

Y entonces, ante las treguas, ETA veía que sólo se le ofrecía tratar temas que para ellos son secundarios, como la entrega de armas, el acercamiento de presos, liberar presos sin delitos de sangre, pero ninguna perspectiva, ni tan siquiera a lo lejos, de que se hablaría del futuro de Euskal Herria. Esto no contribuía a que los sectores en pro de la paz, pudieran defender, ante los demás, nada que pudiera hacer ver que su sacrificio por la causa (y matar a un ser humano no debe ser algo fácil de digerir) había servido para algo, en vez de eso les llevaba a darse cuenta de que todo quedaba en nada. Es fácil entender, a nivel psicológico, que una 'rendición' de este tipo costaba que la aceptaran y entonces los 'duros' de la organización apostaban por seguir y buscar escenarios mínimamente mejores.

Es sabido por todos que la rendición total de un bando no es un buen objetivo para una resolución de conflictos de forma no violenta, no se plantea el "yo gano, tú pierdes" del pasado, sino que se intenta que el resultado de una negociación pueda ser leído como "todos ganamos algo, pero nadie del todo". Esto es lo que ha pasado en Irlanda, en Sudáfrica, y en todos los países donde las cosas se han hecho civilizadamente.

Pero como la España actual y el establishment político estaban instalados en un ideológicamente cómodo rechazo a la violencia, se negaban a escuchar los cambios en el mundo abertzale. Precisamente por este motivo rechazaban la mediación de terceros, escondiéndose fraudulentamente en que el Estado no puede permitir la injerencia externa en asuntos internos. Todo lo contrario de lo que debería ser porque, si uno no es capaz de resolver un problema que verdaderamente le preocupa, lo normal es utilizar todos los recursos disponibles. Este miedo deja claro que a España le preocupa más el conflicto político que el conflicto armado. Por ello, parece que les inquiete mucho más el éxito de Bildu (¿no les debería entusiasmar que la opción política gane fuerza y debilite, como ha sucedido, la opción militar?) que la persistencia de la banda armada (a cada tregua, la caverna mediática en bloque clamaba furibunda que aún no se había acabado, que eran trampas, que no querían realmente la paz... como si les molestara el posible fin del conflicto). Y se puede afirmar que, al igual que ETA es responsable de haber matado a cientos de personas, los gobiernos centrales también son responsables de haber preferido que los cementerios se llenaran de mártires por la unidad de España con tal de no abrir un debate que querían evitar a toda costa. La Conferencia Internacional por la Paz ha sido la culminación de un proceso de miles de vascos para abrir perspectivas al conflicto político y esto ha permitido que ETA saliera del callejón sin salida.

Aprovecho para apuntar que, entre los cambios menos metafísicos que vienen, vale la pena remarcar el ahorro que se podrá conseguir reduciendo drásticamente el presupuesto del Ministerio de Interior. Si os miráis los números, veréis que tenemos un gasto ingente para este ministerio que deja en ridículo los dedicados a sanidad, educación, servicios sociales, cultura, infraestructuras, etc ... Ahora ya no tendrá sentido mantener esta exorbitada cantidad de policías, servicios secretos, escoltas, etc ...que hay en el país y que se podrá reducir hasta un volumen modesto para mantener unas mínimas garantías de seguridad.

Pero en realidad, lo que ahora nos espera es una verdadera revolución mental sobre lo que significa España.

La Primera Transición fue rehén del franquismo y eso hizo que fuera totalmente insuficiente. No es que haya un problema vasco o catalán, es que España, como país, está sustentada sobre valores franquistas, casposos, arcaicos, y antidemocráticos, y eso perjudica tanto a vascos y a catalanes, como a españoles. Y paradójicamente, lo que ha hecho que estos cimientos no se hayan revisado ni se haya podido evolucionar, ha sido la lucha contra ETA, ¡pues el conflicto ha mantenido en pie el cuerpo doctrinario franquista de lo que es España!

Ahora se dará inexorablemente, más pronto o más tarde, una Segunda Transición y se abrirán debates que no se han podido dar por la tozudez y mala fe de muchos. No hay que tener miedo y se debe hablar desde la razón. Podremos discutir abiertamente sobre qué es España y sobre quien quiere pertenecer a ella, sin imposiciones, ni restricciones de ningún tipo. Ni Constituciones ni otras excusas. Habrá que levantar toda la moqueta del país para revisar unos fundamentos bañados de sangre en la Guerra Civil y la dictadura que tuvo como consecuencia muchas de las realidades injustas de hoy.

Un periodo apasionante se abre ante nosotros, porque nos liberaremos de un corsé demasiado determinante y, por fin, podremos intentar caminar hacia una democracia real.

 


 
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